¡¡¡100 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL PADRE STÁBILE!!!

Se proyectaban diversos festejos, impedidos por el aislamiento social obligatorio impulsado por el gobierno nacional. Quizás, por la simpleza y humildad del protagonista, la mejor forma de recordarlo sea la caracterizada por la sencillez. ¡¡¡Felices 100 años de su nacimiento, P. Jacinto Stábile!!!

Quienes lo conocieron, lo extrañan; quienes ven sus obras, lo admiran; quienes fueron, son o serán parte de la Obra que Ud. fundara, lo reconocieron, reconocen y reconocerán como padre y pastor. A Dios se agradece su presencia y cercanía permanente.

 

SEMBLANZA DEL P. JACINTO STÁBILE

¡Stábile! Una vez más se impone en todo su esplendor y con toda su fuerza aquella gran verdad: el hombre, el cristiano, el sacerdote, evangeliza y convence más por lo que es que por lo que hace; y mucho más que por lo que dice. Tus mismos defectos -inocultables- simplemente contorneaban los detalles de tu personalidad, dándole su característica simpática, peculiar y única. 

Stábile, eras como Don Bosco, “siempre sacerdote”, totalmente identificado con tu misión. Eras un “buen pastor”; conocías a tus ovejas, las seguías y no las abandonabas jamás. ¡Cuántos te deben la vida, o la familia, o la Fe, o el trabajo…! 

Es cierto que rezabas con calma y devoción, como si no tuvieras muchas cosas para hacer. Pero luego tu día estaba absorbido por las construcciones y las visitas a tus enfermos, siendo difícil encontrarte en la parroquia. Te esforzabas por sembrar la buena semilla. ¡Cómo te esmerabas para dejar tu mensaje en ocasión del aniversario de Centenario o en inauguraciones y bendiciones oficiales o privadas! Sabías insertar ingeniosas sugerencias en torno a la situación y a las necesidades de la gente. 

¡Stábile! ¡Qué pobre viviste! Pocas veces estrenaste algo en la vida y te duró poco el estreno: regalabas hasta la ropa que te acababan de remendar si te topabas con alguno aparentemente más pobre. 

Dentro de tu sencillez, te mantenías al tanto de las orientaciones de la Iglesia y de la Congregación; devorabas, subrayabas y transmitías las enseñanzas del Papa. En la medida que captabas sus directivas, ¡eran para ti Sagradas! Tu Fe era de piedra, por su simpleza, su reciedumbre, su fortaleza. 

Cuando te convencías que algo era querido por Dios para su pueblo, estabas absolutamente seguro de que no te dejaría faltar los medios y que tarde o temprano saldrías con la tuya. Y así fueron surgiendo la Iglesia Parroquial, las dos escuelas, el gimnasio… este último soñabas terminarlo, para hacer su inauguración en las Bodas de Plata de tu “Escuelita” primaria, como solías llamarla. 

Te veo rezando y haciendo rezar. Visitarte era abrevarse en la espiritualidad refrescante y límpida del Evangelio y gozar de tu bondad, tu paz, tus ocurrencias. Tenías una viva adhesión a San Juan Bosco… en todas las Buenas Tardes o Buenos Días nos hablabas de la vida de Don Bosco, sus sueños, sus anécdotas. Era también fuerte en ti la devoción a María Auxiliadora, Jesús Sacramentado y el Papa. Tu vida era una invitación a la sencillez, al trabajo, a la pobreza, a la bondad. Realmente, luego de estar contigo, ¡uno salía más bueno! 

Tus restos reposan al frente de la iglesia parroquial, como recuerdo perenne de que Centenario está enraizada desde sus inicios en la Fe, en Cristo y en María a través de la obra del “curita gringo”, que “se hizo todo para todos”, y que se hizo querer por todos. Mientras seguimos dando gracias a Dios por lo que fuiste e hiciste entre nosotros, quisiéramos tener tu Fe para aceptar la voluntad del Padre que te llamó a descansar. Creemos que sigues entre nosotros y que, como el trabajo es inmenso y nos supera totalmente, rogarás al Dueño de los sembrados que envíe otros obreros, con aquella insistencia machacona tuya, inimitable… ¡Y lo conseguirás! 

(Extractos de la Semblanza del P. Benjamín Stochetti)

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Fundación Stábile